Resulta extraordinario y complejo, que ocurran
las características y condiciones adecuadas para que un planeta, situado en cualquier maravilloso lugar de este inmenso Universo, pueda albergar algún tipo de
vida. Por lo que nuestro hogar, La
Tierra, presenta unas características excepcionales, en su ubicación, en
su forma y con una inteligencia fascinante, basada en la armonía y en el deseo
de perpetuar la fuente inagotable de vida.
“Y sin
embargo, a pesar de ser consciente de lo que significa haber nacido aquí y
existir, nunca sentí, que en este bello lugar, estuviera mi hogar”
Cuando mis ojos de niña despertaron a la razón y
supe discernir que era humana, pude
apreciar la grandeza en la que me veía
envuelta. También descubrí, que los humanos, a pesar de ser los únicos afortunados de
poseer el prodigioso don de la consciencia
y la inteligencia, parecían perdidos.
No entendía nada, había tanto amor, compasión, ternura
y tanta luz en la esencia mágica de la humanidad. Sin embargo, divagábamos en
una misión absurda, intentando mostrar nuestra valía y diferencias entre nosotros y
con respecto a otras especies, mostrando lo oscuro, lo tosco, el desdén y
también el desprecio hacia la naturaleza, quien nos dio y sustentaba nuestras vidas.
Creo que comencé a sentirme extranjera de La Tierra nada más salir del vientre de mi madre, cuando por amor, enfundaron cada parte
de mi cuerpo por separado con aquellas frías ropas,
arrebatándome la posibilidad de hacerme una bolita, como hacen todos los
cachorros al nacer, ávidos de sentir el calor de su propia piel y el de sus
madres.
Durante cada minuto, de cada hora, de cada día, se
me impuso una realidad convergente, de líneas rectas, de sueños en blanco y
negro, de posibilidades silenciadas y alas rotas. Yo, que nací en un cuerpo
capitaneado por una mente de colores y curvas imposibles, de olas purpura y
plata, de noches de música y luna, de días soleados, de atardeceres acuarela.
Durante toda una vida, sumergida y atrapada en el
sentir humano, que converge en el culto a las ideas de
estructuras rígidas, jerárquicas. Un sentir humano que camina deslumbrado por la absurda riqueza de lo material y que se desviste a zarpazos, de la sabiduría
de la forma de un cuerpo y una realidad, que amorosamente fue diseñada para
sentir y participar de lo natural.
Por dentro, en mi pecho, siempre he sentido la necesidad de
enfrentarme a esa realidad y a voces divergir. Aunque todo, quedó anclado en mi
corazón, encadenado a mis ganas, escondido en un rincón de años de patio sin
amigos, de tardes de azotea, horizontes y soledad.
A mí alrededor era todo tan frío, tan antinatural,
tan despectivo de mi, de dónde venía y a dónde deseaba ir, que no supe hacer otra cosa que esconderme. Y en mi refugio, poco a poco albergué la
creencia de que no pertenecía a este
planeta. En algún momento pensé que,
sin duda estaba loca, pero no soy la única que no ha encontrado en el rostro
humano, su propio reflejo.
La historia, nos ha mostrado un gran número de seres
extraordinarios, que no se escondieron, que se rebelaron contra
toda norma, nos regalaron su auténtico yo y derramaron su verdad para que el
resto del mundo pudiera deleitarse con ella. Algunos fueron tachados de chiflados, otros
antisociales y a otros los llamaron genios.
"Divergentes que cada día, despiertan con el
reto de no desvanecerse entre las aguas de la imposición de la lógica, de lo
común y a pesar de ello, gracias a su
resplandor, entusiasmo y perseverancia,
iluminan a la humanidad”
Afortunada, he tenido la suerte de conocer a una interesante variedad de
esas maravillosas personas que, totalmente
coherentes, viven y desempeñan roles
sociales acordes al sentir general y sin embargo, me han confesado que desde
niños, esconden su verdadera naturaleza, una naturaleza contraria que les hace
sentir que no pertenecen a este lugar.
Y ahora, me encuentro aquí, en este parámetro del camino, dejándome abrazar por la inmensa belleza y amor que
también ha surgido del pensamiento lógico y convergente. Aunque, cada día fantaseo
pensando, que si la mayoría de humanos que habitan y han habitado el mundo, hubieran compartido el sentir divergente y creativo, en estos momentos,
estaríamos disfrutando de una realidad distante a como la conocemos y quizá,
podría sentirme en casa.
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