domingo, 13 de enero de 2019

Serendipia. La Cura para la dislexia. Capítulo VII "El Silencio Que Habla"




   En algún momento de nuestra evolución, de la mano de la consciencia y la inteligencia humana, absortos por la exquisita singularidad que nos abrazaba,  surgió en nosotros la necesidad de crear belleza si un objetivo práctico, solo por amor a lo hermoso,  El Arte. 


El amor al arte está en todas partas, no es solo el privilegio de unos cuantos afortunados que disfrutan de mentes creativas y talentosas. Cada uno de nosotros, también tú, sentimos el impulso de expresar, desde la sensibilidad, la verdad acerca de nuestra insólita, bella y particular manera de sentir el mundo real o imaginario.

En una ocasión, llevé el coche al taller y tras varios días fui a recogerlo. El mecánico, con gran pasión me contó acerca de la avería y su arreglo. En pocos minutos, con palabras complejas y a la vez sencillas, me dio una clase magistral sobre el sistema eléctrico.  Aquel entusiasmo, sin duda capturó mi atención, aunque lo que realmente quedó grabado en mi memoria para siempre, no fue su evidente pasión por la mecánica. 


Tras las explicaciones, me acompañó para entregarme personalmente el vehículo. Cuál fue mi sorpresa que además del arreglo, había dedicado parte de su tiempo en acicalar su aspecto, por fuera y por dentro.  Cuan minuciosa  limpieza de aquella máquina de transporte, que envuelta de chapas color negro,  rodaba y rodaba, hacía ya más de diez años, por las calles de Granada. En el interior, cada centímetro de cada rincón presumía de un aspecto jovial, impoluto, que se emulsionaba con memorias de aroma a nuevo.

Y el exterior, antes pálido, tosco y yermo, ahora alegraba la vista con curvas sinuosas que reflejaban los destellos del sol, como la mar serena refleja el haz de luz de la luna en la noche. 


Había dulzura, amor y orgullo en la expresión del  rostro de aquel hombre, al entregarme su obra de arte. Sus  manos rudas, agrietadas por la edad, la grasa y el frío, acariciaban el lomo del coche, como Mozart acariciaría su piano tras una hermosa composición. Y yo, sonreía por fuera y por dentro,  cómplice de aquel delirio por la magia de un automóvil, que funcionaba a la perfección y ahora también, lucía hermoso. 

Eso es  Arte, elevar a lo sublime lo extraordinario y también lo sutil, lo sencillo, incluso lo tosco y árido.  El Arte está con nosotros, en todas partes, es como el ligero  murmullo de la brisa, que ronronea acariciando nuestro interior, conmoviendo el sentir humano, que más allá de lo material, de la forma, es capaz de ver la esencia armoniosa del mundo. 

Hay quien a retazos, disfruta durante la vida de la visita del Arte, y otros afortunados, que nacen, viven y mueren abrazados por Él.  Ellos son los hijos del talento,  los portadores de corazones abstractos, los que miren donde miren, perciben la alegría de la existencia y sus infinitas posibilidades creativas, amorosas. 


El Arte de la Escritura


“La letra escrita, ya sea literaria o simplemente comunicativa, es Arte que se derrama a través de las palabras, es, el ser humano que en silencio habla”

Mira como justo en este momento, yo estoy aquí, en silencio, escribiendo ideas, sensaciones y sentimientos que surgen en mi mente, se endulzan en mi corazón y emergen  a través de la palabra escrita. Y a la vez, qué hermoso y  sobrecogedor saber, que ahora tú estás ahí, recibiendo mi verdad a través de las palabras que te hablan en silencio.  

 “Si  pudierais verla como yo la contemplo, como yo la siento, como yo la amo”
Para la mayoría, en la escritura, solo surge lo hermoso, cuando la unión de palabras debidamente escritas, compuestas y ordenadas expresan un mensaje sutil y delicado. Y sin embargo, para mi mente, que se eleva desde los colores, el movimiento, la música y la maravillosa singularidad del caos divergente, la escritura, en cualquiera de sus formas, se sitúa, entre uno de los medios más bellos  que he encontrado, para extender mi condición y mi amor. 


“Es por ello, que se rompe incurable un cachito de mi esencia, al escuchar a un hijo del talento decir, que detesta leer y escribir”

Pero es normal que los hijos del talento, rehúsen disfrutar de este manantial de creación y delirio.  La letra escrita, se impone a todos por igual, como un instrumento de expresión, rígido, carente de alma en su forma y en sus estructuras. Justo lo opuesto a lo que significa la simbiosis entre el talento y el Arte;  belleza sin limitaciones, sin un objetivo implícito, solo belleza.  


Los hijos del talento necesitan aprender, comprender y manejar la escritura desde las posibilidades del Arte.  Debemos permitirles, que el silencio que habla, les cuente las más bellas historias a través de un lenguaje escrito libre, sin el yugo de las normas que de sobra sabemos, les asfixia, les tortura y les arrebata la pasión de amar la letra escrita. 

Debemos de admirar, premiar y fomentar las composiciones que los hijos del talento crean,  cuando escriben con esas maravillosas letras de colores, ordenadas al antojo de la creatividad, y que bailan dispares al son de la música que resuena en sus corazones y en sus mentes.


¿Es que no lo veis?
Es puro Arte que se expresa a través del  movimiento, es puro amor que impregna de alegría y de vida letras yermas, que lánguidas permanecen dormidas unas junto a otras, esperando un alma llena de melodía, que las despierte y las sacuda de su eterno letargo.  

Que levante  la mano, quien estuviera  dispuesto a corregir ni una sola coma de los versos de Lorca y pretendiera, curar la locura de una mente vibrante y hermosa, a la cual, también se le antojaba jugar con las palabras escritas y mostrarlas rebeldes, indómitas. 

Federico García Lorca, un hijo del talento que mostró su verdad,  a pesar de saber que mentes mediocres no entendían la alegría de ser libre y que hablaría al mundo, por siempre, desde su eterno silencio.


Poema Al  Alba

Mi corazón oprimido
siente junto a la alborada
el dolor de sus amores
y el sueño de las distancias.

La luz de la aurora lleva
semilleros de nostalgias
y la tristeza sin ojos
de la médula del alma. 

La gran tumba de la noche
su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada.

¡Qué haré yo sobre estos campos
cogiendo nidos y ramas
rodeado de la aurora
y llena de noche el alma!

¡Qué haré si tienes tus ojos
muertos a las luces claras
y no ha de sentir mi carne
el calor de tus miradas!

¿Por qué te perdí por siempre
en aquella tarde clara?
hoy mi pecho está reseco
como una estrella apagada.


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