domingo, 15 de noviembre de 2015

Lectoescritura un rompecabezas


¿Por qué la lectoescritura que parece un ejercicio tan sencillo para los demás es un rompecabezas para nosotros?




  Cuando hacemos referencia a que cada individuo/a tiene más desarrollado uno u otro hemisferio no hay que entender que una de las mitades de nuestro cerebro es más grande que la otra. Todo depende de las conexiones que se han activado dentro de cada uno de los hemisferios. Por lo que en el caso de personas con el hemisferio derecho más desarrollado, existirán más conexiones activadas dentro de él que en su hemisferio izquierdo y viceversa.    
      


                                                       
   Las áreas del cerebro que se encargan de la lectoescritura  están  localizadas en el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro.  El área de Broca (ubicado en el lóbulo frontal), el área de Wernicke (lóbulo temporal) y el Angular Gyrus (Región parietal).   A través de estas tres áreas se aprende a leer y a escribir. En ellas se almacena lo aprendido y se perfecciona el lenguaje.



    En el cerebro de las personas que tienen menos desarrollado el hemisferio izquierdo,  las áreas de Gyrus y Wernicke no se han activado. Quizá se puede detectar movimiento en el área de Broca pero, esta área por sí sola, no es capaz de trabajar con tanta precisión y exactitud como las tres de forma individual o conjunta. 

  Esto no significa que exista una malformación, enfermedad, problema o cualquier otro  adjetivo o nombre que con bastante desatino se suele adjudicar a este hecho. Estamos hablando de una característica neurobiológica que compartimos un grupo reducido de personas.  En nuestro caso no tenemos activadas áreas específica para aprender a leer o escribir por lo que la tarea de la lectoescritura se nos presenta de forma diferente, mucho más compleja y menos exacta.  


   
  Cuando leemos un texto por primera vez, solemos entender el significado de las palabras como conceptos individuales  pero nuestro cerebro no consigue unirlas como frase.  Quizá la segunda vez que leemos el mismo texto es cuando comenzamos a sumar palabras y a comprender el mensaje. En otras ocasiones, según la complejidad del texto, la extensión y el vocabulario utilizado, necesitaremos leer tres o más veces antes de asimilar el contenido por completo.




 De igual forma sucede cuando estamos cogiendo apuntes. Entendemos lo que se nos está dictando pero nuestro cerebro no tiene activadas las vías necesarias para procesar esa información de forma instantánea y hacer que nuestra mano escriba automáticamente al mismo tiempo que nuestro oído escucha.

   Esto significa que no tenemos automatizada la lectoescritura por lo que el proceso de entender lo que leemos al igual que escribir lo que pensamos o escuchamos se convierte en una actividad algo más lenta y menos precisa.





1 comentario:

  1. Me gustaría enviar un cordial agradecimiento a Alicia Gutiérrez de "Azul, Centro de psicología" por haber hecho eco de esta entrada en "centroazul.es"

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