domingo, 24 de febrero de 2019

Serendipia, la Cura para la dislexia. Capítulo Final "Dislexia No Existe"







Aunque al principio, encontré en la palabra dislexia un espejo en el que por fin pude reconocerme, pronto aparecieron reflejos que restaron luz a mi rostro y otra vez, me despojaron de la alegría de ser yo.  


Una parte de mí halló paz cuando el sinsentido de mi agridulce relación con la letra escrita por fin, encontró algún sentido. Todo parecía encajar y con ello la lejanía siempre borrosa, ahora albergaba un nuevo resplandor. Resplandor que me abrazaría y me regalaría la alegría de encontrarme y lo más importante aún, la dicha de poder mostrar a los demás realmente, quien yo era.  


El regocijo de mi hallazgo no duró demasiado al concebir, que la ciencia y la sociedad le habían otorgado a la palabra dislexia el poder de manifestarse a través de un cuerpo cargado de dolor. Un cuerpo levantado con palabras amargas que disfrazaban mi particular manera de abrazar el lenguaje escrito, con vestiduras oscuras, teñidas de enfermedad e incapacidad.  



Pero es que yo nunca me sentí así. Realmente, todas las personas que conozco y que no han encontrado en el lenguaje escrito su mejor aliado, nunca se sintieron así.  Ellos,  ellas, saben que de sobra brillan con luz propia y que no padecen enfermedad o incapacidad alguna y  mucho menos sus maravillosos hijos e hijas.


Tal fue mi desazón al comprender cuan lejos estaba de mí el argumento que mantenía la palabra dislexia, que por algún tiempo estuve enfadada. Enfadada porque de nuevo, aquellos que de niña me tacharon de incapaz y doblegaron mis potenciales, repetían la ecuación y otra vez, ninguneaban  a los hijos del talento en las escuelas  y  peor aún, lo hacían  apoyándose en un argumento aparentemente irrefutable. 



Pasado algún tiempo, aquel enojo sin embargo, propició una serie de cambios en mi aptitud que renovaron mis ganas.  Mi marido, tituló aquella metamorfosis como “El Despertar de la Fuerza”. Yo nunca hubiera encontrado epígrafe mejor que ilustrara aquella fuerza interior.  Mi inteligencia básica me recordó, que la niña que hablaba con la luna, que miraba con amor a las estrellas y tras la ventana soñaba mundos bellos en los que vivir, seguía conmigo, en mí. Siempre estuvo ahí y continuaba siendo hermosa, valiente y dijera lo que dijera la razón humana ella era única, perfecta, valiosa, como lo son cada uno de los hijos del talento.



Y entonces, mi particular Despertar de la Fuerza prendió fuerte mi mano y me ayudó a cruzar el puente.  Y durante cinco años, anduve por caminos increíblemente bellos en los que conocí personas extraordinarias, que me regalaron su verdad. Y traspasé fronteras y allí, en lugares lejanos encontré información valiosa que desde todas las partes del mundo llegaba hasta mí como una bella ofrenda, cargada de conocimientos excitantemente interesantes.   



Aquellos presentes, la verdad y el conocimiento, me guiaron hasta un lugar sin retorno. Una hermosa estancia que me abrazó, que sacudió el polvo que contaminaba mis alas y  bajo sus besos de gotas de lluvia supe, que ya nada ni nadie podría hacerme daño.  Comprendí  que dislexia, no existe.


“Dislexia no existe en nuestras cabezas, dislexia es solo un espejismo que ha tomado forma en las vuestras”

Creéis que quien no puede utilizar el lenguaje escrito como lo hacéis vosotros, sin duda, es porque alberga algún tipo de mutación cerebral incurable. Y no es de extrañar que penséis así, pues el lenguaje escrito es el resultado de la sobresaliente configuración intelectual de la que sois portadores. 


Encontráis orden y sentido en las estructuras lineales, en los  patrones y normas con los que se unen las palabras, las frases y con ellas, eleváis vuestro pensamiento a lo físico.  Vuestras capacidades abrazan la escritura como un medio para encontrar la perfección.  ¡Qué maravilla!   Es como si pudierais realizar un  entrenamiento constante; cuanto mayor es la precisión de la escritura y la riqueza de la lectura, mayor es la simbiosis en la que resuenan vuestros armónicos cerebrales.     


No deseo ser de otra manera a como soy, si fuera así no sería yo, aunque he de reconocer que alguna vez, me encantaría poder bailar la danza perfecta, que las palabras bailan en vuestras mentes.


Aunque si para ello, tuviera que despojarme de una sola brizna de mí, jamás lo haría. Los hijos del talento albergamos el razonamiento tridimensional, el mismo que dio sentido a mentes tan extraordinarias como la de Albert Einstein, que pudo recrear el universo en sus pensamientos. O la de Stefan Hawkins, que no necesitó ni si quiera de su cuerpo físico,  para adentrarse con su imaginación  en los agujeros negros.


Hijos con mentes inquietas, osadas, como la de Leonardo da Vinci que logró entender la existencia desde todas sus perspectivas, crear un sinfín de creaciones perfectas y regalarnos su legado. O la de  Julio Verne que  vislumbró los intrépidos futuros por venir y para deleite de la humanidad, lo ilustró en sus aventuras.


Hijos musicales de un universo que vibra en sus acordes eternos, igual que lo fueron Mozart y  Beethoven, que compusieron las sinfonías que desde la tierra enviamos al espacio, para que si hay vida inteligente más allá de las estrellas, conozcan de la grandeza del ser humano.

¿Cómo voy  a creer que en mi cabeza hay algo roto, que no funciona?   ¿Cómo voy a intentar ser diferente a como soy?


   Aunque sé que mi intelecto no vibrará en la genialidad que vibraron ellos, si sé que mi naturaleza ha surgido con los mismos sueños abstractos, atemporales  y con la misma intención, mirar a la nada, sentir y crear.  Aunque sé que ellos viajaron en otro espacio, en otro tiempo y no pude, ni podré compartir ni un segundo de mi vida con su realidad, si sé que parte de su verdad la conozco bien pues compartimos una implacable adversaria, la letra escrita.


¡Qué maravilla! Si pudierais navegar en vuestros pensamientos por un solo instante, en el barco de nuestras mentes. Ojalá tuvierais la oportunidad de despojaros de esas lógicas y esas normas que rigen vuestra razón y que a veces, os encadenan. Es tan hermoso saber de la existencia sin rutas marcadas y dejarse abrazar por todas las posibilidades que nos brinda la vida, que si pudierais sentir como nosotros sentimos lo entenderíais todo, en un instante. 

"El lenguaje escrito para vosotros perfecto, para nosotros es casi como si dijéramos una lengua muerta.  Es una realidad incompleta,  carente de profundidad, de colores y notas musicales que se asemejen a nuestras inquietudes básicas, naturales,  a nuestra melodía interna"


Quizá pusimos demasiado énfasis en hallar las respuestas en las  no posibilidades de la mente humana, herrando el camino. Quizá, para encontrar la verdad sumando y no restando, solo sea cuestión de cambiar la perspectiva y  voltear la ecuación. Quizá, en lugar de creer que es el ser humano el incapaz, podamos hacer la pregunta adecuada, en busca de la incapacidad del invento de la escritura. ¿Por qué el lenguaje escrito, no es capaz de hacer vibrar las mentes profundamente tridimensionales y  abstractas?


Sé que la sociedad y la comunidad científica se demoraran algún tiempo en creer y participar de este nuevo argumento que yo ya veo con total claridad.  Aunque no tengo dudas que ocurrirá pronto, pues la verdad tiene solo un camino. Dislexia no existe,  la grandeza del intelecto human permanecerá por encima de cualquier invento y su razón colectiva, por muy sublime que este sea. También por encima del lenguaje escrito.

“Dislexia no existe, solo es un temor que ha surgido en vuestras mentes, no en las nuestras”

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