En algún momento de nuestra evolución, de la mano de
la consciencia y la inteligencia humana, absortos por la exquisita singularidad
que nos abrazaba, surgió en nosotros la
necesidad de crear belleza si un objetivo práctico, solo por amor a lo hermoso,
El Arte.
El amor al arte está en todas partas, no es solo el
privilegio de unos cuantos afortunados que disfrutan de mentes creativas y
talentosas. Cada uno de nosotros, también tú, sentimos el impulso de expresar, desde
la sensibilidad, la verdad acerca de nuestra insólita, bella y particular
manera de sentir el mundo real o imaginario.
En una ocasión, llevé el coche al taller y tras
varios días fui a recogerlo. El mecánico, con gran pasión me contó acerca de la
avería y su arreglo. En pocos minutos, con palabras complejas y a la vez
sencillas, me dio una clase magistral sobre el sistema eléctrico. Aquel entusiasmo, sin duda capturó mi
atención, aunque lo que realmente quedó grabado en mi memoria para siempre, no
fue su evidente pasión por la mecánica.
Tras las explicaciones, me acompañó para entregarme
personalmente el vehículo. Cuál fue mi sorpresa que además del arreglo, había
dedicado parte de su tiempo en acicalar su aspecto, por fuera y por dentro. Cuan minuciosa limpieza de aquella máquina de transporte, que
envuelta de chapas color negro, rodaba y rodaba, hacía ya más de diez años, por las calles de Granada. En
el interior, cada centímetro de cada rincón presumía de un aspecto jovial,
impoluto, que se emulsionaba con memorias de aroma a nuevo.
Y el exterior, antes
pálido, tosco y yermo, ahora alegraba la vista con curvas sinuosas que
reflejaban los destellos del sol, como la mar serena refleja el haz de luz de
la luna en la noche.
Había dulzura, amor y orgullo en la expresión del rostro de aquel hombre, al entregarme su
obra de arte. Sus manos rudas,
agrietadas por la edad, la grasa y el frío, acariciaban el lomo del coche, como
Mozart acariciaría su piano tras una hermosa composición. Y yo, sonreía por
fuera y por dentro, cómplice de aquel
delirio por la magia de un automóvil, que funcionaba a la perfección y ahora también,
lucía hermoso.
Eso
es Arte, elevar a lo
sublime lo extraordinario y también lo sutil, lo sencillo, incluso lo tosco y
árido. El Arte está con nosotros, en todas
partes, es como el ligero murmullo de la
brisa, que ronronea acariciando nuestro interior, conmoviendo el sentir humano,
que más allá de lo material, de la forma, es capaz de ver la esencia armoniosa
del mundo.
Hay quien a retazos, disfruta durante la vida de la
visita del Arte, y otros afortunados, que nacen, viven y mueren abrazados por
Él. Ellos son los hijos del
talento, los portadores de corazones
abstractos, los que miren donde miren, perciben la alegría de la existencia y
sus infinitas posibilidades creativas, amorosas.
El
Arte de la Escritura
“La letra escrita, ya sea literaria o simplemente
comunicativa, es Arte que se derrama a través de las palabras, es, el ser
humano que en silencio habla”
Mira como justo en este momento, yo estoy aquí, en silencio, escribiendo ideas, sensaciones y sentimientos que surgen en mi mente, se endulzan en mi corazón y emergen a través de la palabra escrita. Y a la vez, qué hermoso y sobrecogedor saber, que ahora tú estás ahí, recibiendo mi verdad a través de las palabras que te hablan en silencio.
“Si pudierais verla como yo la contemplo, como yo
la siento, como yo la amo”
Para la mayoría, en la escritura, solo surge lo
hermoso, cuando la unión de palabras debidamente escritas, compuestas y
ordenadas expresan un mensaje sutil y delicado. Y sin embargo, para mi mente, que se eleva desde los colores, el
movimiento, la música y la maravillosa singularidad del caos divergente, la escritura, en cualquiera de sus formas, se sitúa, entre uno de los medios más
bellos que he encontrado,
para extender mi condición y mi amor.
Los hijos del talento necesitan aprender, comprender y manejar la escritura desde las posibilidades del Arte. Debemos permitirles, que el silencio que habla, les cuente las más bellas historias a través de un lenguaje escrito libre, sin el yugo de las normas que de sobra sabemos, les asfixia, les tortura y les arrebata la pasión de amar la letra escrita.
Federico García Lorca, un hijo del talento que mostró su verdad, a pesar de saber que mentes mediocres no entendían la alegría de ser libre y que hablaría al mundo, por siempre, desde su eterno silencio.
“Es
por ello, que se rompe incurable un cachito de mi esencia, al escuchar a un
hijo del talento decir, que detesta leer y escribir”
Pero es normal que los hijos del talento, rehúsen
disfrutar de este manantial de creación y delirio. La letra escrita, se impone a todos por igual,
como un instrumento de expresión, rígido, carente de alma en su forma y en sus
estructuras. Justo lo opuesto a lo que significa la simbiosis entre el talento y
el Arte; belleza sin limitaciones, sin un objetivo implícito, solo belleza.
Los hijos del talento necesitan aprender, comprender y manejar la escritura desde las posibilidades del Arte. Debemos permitirles, que el silencio que habla, les cuente las más bellas historias a través de un lenguaje escrito libre, sin el yugo de las normas que de sobra sabemos, les asfixia, les tortura y les arrebata la pasión de amar la letra escrita.
Debemos
de admirar, premiar y fomentar las composiciones que los hijos del talento crean, cuando
escriben con esas maravillosas letras de colores, ordenadas al antojo de la creatividad, y que bailan
dispares al son de la música que resuena en sus corazones y en sus mentes.
¿Es
que no lo veis?
Es puro Arte que se expresa a través del movimiento, es puro amor que impregna de
alegría y de vida letras yermas, que lánguidas permanecen dormidas unas junto a
otras, esperando un alma llena de melodía, que las despierte y las sacuda de su eterno
letargo.
Que levante
la mano, quien estuviera
dispuesto a corregir ni una sola coma de los versos de Lorca y
pretendiera, curar la locura de una mente vibrante y hermosa, a la cual, también
se le antojaba jugar con las palabras escritas y mostrarlas rebeldes,
indómitas.
Federico García Lorca, un hijo del talento que mostró su verdad, a pesar de saber que mentes mediocres no entendían la alegría de ser libre y que hablaría al mundo, por siempre, desde su eterno silencio.
Poema Al Alba
Mi
corazón oprimido
siente
junto a la alborada
el
dolor de sus amores
y
el sueño de las distancias.
La
luz de la aurora lleva
semilleros
de nostalgias
y
la tristeza sin ojos
de
la médula del alma.
La
gran tumba de la noche
su
negro velo levanta
para
ocultar con el día
la
inmensa cumbre estrellada.
¡Qué
haré yo sobre estos campos
cogiendo
nidos y ramas
rodeado
de la aurora
y
llena de noche el alma!
¡Qué
haré si tienes tus ojos
muertos
a las luces claras
y
no ha de sentir mi carne
el
calor de tus miradas!
¿Por
qué te perdí por siempre
en
aquella tarde clara?
hoy
mi pecho está reseco
como
una estrella apagada.